En las relaciones de pareja, el sexo tiene un papel muy importante, y que evoluciona a lo largo de la vida de la relación, algo lógico y natural, aunque haya aspectos que a muchos nos cuesta reconocer, o no nos gusta que sean una realidad.
Al principio, cuando estamos empezando con alguien nuevo, todo es novedad, curiosidad, entusiasmo e ilusión. Las relaciones sexuales son muchas, con ganas de hacer cosas nuevas, de conocerse del todo, de darlo todo para la otra persona. Después de todo, siempre queremos demostrar lo especiales que podemos ser, y lo que nos gusta esa otra persona, algo para lo que el sexo ayuda mucho.
Cuando la pareja ya se ha estabilizado, han pasado unos meses o unos años, seguimos follando con ganas, pero sin duda poniéndole menos entusiasmo. Ya nos conocemos, ya estamos habituados uno al otro, y la chispa se ve un poco apagada por la vida de cada uno, laboral, estudios...
Cuando la pareja da el paso y se van a vivir juntos, vuelve un poco esa chispa que se había perdido, aunque solo durante un momento. Estrenar follando las diferentes estancias de la casa es una buena excusa para volver a follar con más asiduidad, hasta que ya nos sabemos las habitaciones de memoria.
Ahora si que se interpone la rutina de cada día en nuestras relaciones sexuales, y si antes de mudarse la pareja se ha casado, más todavía. Al principio es como volver a empezar, volver a tener mariposas en el estómago, pero dura un suspiro. Ya estás casado, ya es de por vida, ya no hay prisas... Ahora vienen las noches de sofá, mantita y tele, o salir a tomar algo con los amigos... Esas noches de desenfreno desnudos en la cama, para alguna que otra noche, cuando hay ganas.
Después del matrimonio llegan los hijos, y ahí si que la jodimos, o más bien no jodimos. Noches sin dormir, días trabajando, noches sin dormir, llantos, noches sin dormir... Un hijo es una bendición, pero seamos honestos, la poca vida sexual que tenías con tu pareja, se ve mermada muy mucho, por el niño y por el cansancio. Ahora lo primero es lo primero, y se buscan momentos para poder mantener relaciones sexuales, que suele ser cuando el niño duerme, lo que nos obliga a hacerlo en silencio, no vaya a ser que se despierte la criatura. Un folleteo una o dos veces en semana, y tan contentos.
¿Te imaginabas así cuando tenías 20 años? Seguramente no, pero oye,es la vida... Y el niño se hará mayor, y la pareja volverá a tener tiempo para ellos, y aunque en este caso no puedo hablar desde la experiencia, dicen que la chispa vuelve. Podré decirlo en bastantes años. Ahora mismo, toca conformarse con lo que hay mientras mi marido y yo intentamos lidiar con un niño que se acerca, temerosa yo, a los dos años.
Y para terminar un consejo, a los que puedan, que follen mucho, y a los que no, que cuando lo hagan, sea especial. Hay veces que la calidad es mejor que la cantidad, ¿no?